domingo, 22 de enero de 2012

Las nuevas formas de adicción y dependencia a las tecnologías.

En esta entrada, quiero compartir unas pequeñas notas que escribí a modo de ensayo para una cátedra de la facultad (Tecnología Educativa), en la cual trato de reflexionar acerca de  un nuevo tipo de dependencia, que puede volverse adicción,y si bien no consiste en el consumo de sustancias, es tan peligrosa como otras. El principal blanco, son por lo general,  los niños y adolescentes. Estamos hablando de la adicción a la Tecnología. 


La Revolución
Desde tiempos remotos en que el hombre se ha conformado como un ser social, ha adquirido aptitudes, hábitos y conocimientos que definían la identidad de un mismo grupo o de una misma comunidad. Este bagaje cultural, se ha ido modificando con el paso de los años, impulsado por todo tipo de revoluciones: científicas, industriales, económicas y sociales, que afectaron los paradigmas culturales de la sociedad, sometiéndola a profundas transformaciones.
A mediados de los años 70, la revolución se dio en torno a la tecnología, influyendo en los medios de comunicación, alterando nuevamente la cultura global.
Esta revolución dio lugar a una sociedad centrada en el procesamiento de información, la generación de conocimiento y las Tecnologías.
Castells se refiere a este nuevo paradigma tecnológico como una constitución de dos expresiones concretas y fundamentales: la primera es Internet; la segunda, (y sí que sorprende) es la ingeniería genética: ser capaz de procesar y manipular la vida. “Se convierten en una revolución en la que todos los procesos de la información, incluso los códigos de la materia prima [la materia viva], pueden ser programados, desprogramados y reprogramados de otra forma”. 
Todos estos cambios llevan muchas veces al desconcierto, la incertidumbre y la transformación de la identidad de los grupos sociales y los roles de los ciudadanos. Por supuesto que existen sectores más vulnerables que otros, y la cultura, el conocimiento y la educación son los ámbitos más vapuleados por la revolución tecnológica.
La tecnología irrumpió en la sociedad, modificando el hábito de comunicarse, de estudiar, de expresarse, de divertirse, de trabajar. Se convirtió en un anexo de la población y se expandió como una epidemia por todo el mundo, afectando principalmente a los jóvenes,- niños y adolescentes-, sin distinción de raza, clase social, religión o etnia.

El Ciclo de la Tecnología: Curiosidad, Necesidad, Dependencia, Adicción.


Y entonces empezamos a leer titulares como 42 millones de hogares acceden a Internet a través de sus televisores”  o “La ONU revela que hay más de 2.000 millones de usuarios de Internet en el mundo”. Empezamos ver cómo los fanáticos de alguna empresa desarrolladora de telefonía celular, hacen cola por obtener el último modelo que se lanzó al mercado (y ser el primero en tenerlo, ¡por supuesto!), y cómo empezó a incremenentarse la cantidad de horas que los adolescentes pasan frente a una computadora; la popularidad entre los adolescentes ahora se mide por “amigos en Facebook”,  y los niños piden a sus padres de regalo de cumpleaños un celular, o una consola de videos juegos. El peor castigo para ellos es que los priven de Internet, de la televisión, o  que no posean crédito en el celular.
En la mesa familiar, cada comensal posee su teléfono móvil cerca, por si acaso; los jóvenes lo llevan al colegio y no pueden evitar caer en la tentación de usarlo en clases, o acceden a las redes sociales, o a Internet contradiciendo y desobedeciendo toda norma institucional. Pueden pasar toda una tarde conversando “vía chat” aún cuando vivan a pocas cuadras de distancia: paradoja interesante ésta,  donde la tecnología nos acerca, y a la vez nos aleja.
Estos hábitos, poco a poco, derivan en una dependencia, que si no es tratada o controlada genera adicción. Los principales afectados son los niños y jóvenes, ya que si bien son los más expertos en el uso de la tecnología, son también,  los más inmaduros. Adicción sin droga o sin sustancia, como suele llamarse, agravada por el poco o nulo control de los padres, conlleva a  que el niño o adolescente navegue por la red accediendo a contenido o información no indicada para su edad, como  violencia, pornografía, venta de drogas y armas, racismo, etc.
Es importante también tener en cuenta que Internet es el sitio ideal para que los adolescentes puedan manifestarse como verdaderamente les gustaría ser, y no cómo realmente lo son. Así, crean un personaje “virtual”, detrás de cual esconden sus conflictos de identidad, los cambios físicos propios de su edad, y muchas veces su dificultad para relacionarse, porque en la amistad virtual no son ellos quien “dan la cara”. El abuso de las amistades y perfiles virtuales genera el aislamiento, porque el joven nunca podrá ser capaz de mostrarse tal cual es, -salvo detrás de una “máscara”-, da inseguridad e impide a la persona establecer su verdadera identidad, aceptándose, reconociendo y fortaleciendo sus virtudes. 
Por otro lado, no se pueden obviar los riesgos que genera la adicción a Internet: el contacto con desconocidos, por lo general mayores mal intencionados, la revelación o el robo de datos privados, el sexting, pedofilia o cyberbullying son los principales delitos  en los que los niños y adolescentes adictos a Internet se convierten en víctimas.
La  dependencia a las redes sociales, al correo electrónico, a chatear, a la compra online, el uso abusivo de webs de pornografía o las páginas que permiten apostar sobre eventos deportivos o jugar partidas de póquer, provocan trastornos  de aislamiento, gasto incontrolado, depresión y ansiedad.
Las señales de alarma que advierten a los padres y familiares de un niño o joven adicto a las tecnologías son el descuido de sus obligaciones o actividades, el bajo rendimiento escolar, irritación ante la interrupción en el uso de tecnologías, el excesivo tiempo en soledad, frente a la computadora, así como también el aislamiento de sus amistades y familiares, y la dificultad para entablar relaciones.
Es importante que cuidemos a nuestros niños y jóvenes, ya que son los más vulnerables a los cambios, los más susceptibles al peligro de las modas. Desde las instituciones educativas se debe instruir a los alumnos en el uso responsable de la tecnología, y a los padres y familiares adultos en el cuidado y resguardo de los niños y adolescentes frente a las amenazas que sobrelleva la revolución tecnológica. 

   Un poco de humor, pero tristemente cierto...

A modo de Reflexión

Sólo detenerse unos segundos a pensar… ¿Existe una dependencia inevitable hacia la tecnología? A veces pareciera que sí, o al menos, es lo que nos hacen creer. Los más viejos nos dirán que no, que antes se vivía más simple, más sano, más feliz. Claro, antes no existían tampoco remedios y vacunas contra ciertas enfermedades, y muchas actividades artesanales resultaban más pesadas, más arduas, o más complicadas, por el simple hecho de que hoy, existen herramientas eléctricas para realizar  casi todo.
La tecnología no es mala, sino que los humanos les damos ciertas veces un mal uso, sobre todo los más jóvenes. Y es que tan solo son niños, que necesitan de los adultos para guiarlos, ayudarles, enseñarles. De nada sirve que los mayores hagan caso omiso, por que  “yo de eso no entiendo nada” o el famoso "prefiero que estén mirando televisión todo el día, antes de que anden en la calle".
Lo  principal es involucrarse, no con la tecnología, sino con las actividades de nuestros hijos, sobrinos, alumnos, vecinos.  
La revolución tecnológica modificó los hábitos tal como lo hicieron otras revoluciones históricas, marcando un antes y después en la sociedad. Nosotros somos parte del después, y lo serán nuestros descendientes por años y años. Entonces, primero, acostumbrémonos a ella. Segundo, aprovechemos lo mejor de ella. Y por último, procuremos que la tecnología nos ayude en la vida, por que para eso el hombre la diseñó y creó.  No nos perjudiquemos. No nos autodestruyamos.



Bibliografía: 

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